Desde tiempos ancestrales la ópera china ha conmovido por su despliegue de plasticidad, colorido y emotividad. Convergencia armónica de música, baile, canto, recitación y acrobacia, su arte ha vivido en el recuerdo de la sociedad china, cambiando conforme a los procesos históricos, pero siempre resistiéndose a desaparecer en el tiempo. De esta manera, hoy vive más que nunca y deslumbra a través del recuerdo de Mei Lanfang, el más conspicuo actor de la ópera de Pekín.


La disciplina del "jardín de las peras"  y el tránsito a la ópera de Pekín

La ópera china se forjó en el siglo VIII durante la dinastía Tang, una de las épocas más esplendorosas para la cultura en China. Fue denominada la disciplina del  "jardín de las peras" (Liyuán,梨园戏) en honor a las escuelas de formación artística establecidas por el emperador XuanZong (712–755) en la capital Chang'an. Cautivado por el arte teatral y deseoso de participar en él, XuanZong se convirtió en el fundador de la ópera china. Su aporte sirvió para su desarrollo y vitalidad, pues  con el transcurrir de los siglos se produjeron más de  trescientas variantes regionales.

 De todas las variantes, la más influyente ha sido la ópera de Pekín; razón suficiente para ser llamada la "ópera nacional". Iniciada a partir del siglo XVIII,  como resultado de la combinación de las óperas Kunqu, Yiyang, Luantan y Hanju, pronto capturó la rica experiencia de este arte hasta crear un estilo  particular. Las décadas finales del siglo XIX dieron inicio a su auge, de la mano del progreso económico y el apoyo de la emperatriz Cíxǐ, promotora de la modernidad en China. La ópera adquirió por ese entonces el distintivo de ser una interpretación sumamente estética, inclinada más hacia la abstracción. La recitación mediante voces agudas, la intensidad del baile y la acrobacia, los movimientos refinados así como una trama proveniente de relatos históricos fueron los ingredientes que le valieron la admiración del público. Un público que albergó desde miembros de la corte imperial hasta agricultores.

pintura que recrea a un personaje de la Ópera china

La ópera de Pekín estuvo acompañada siempre de talentosos actores . La mayoría no solo destacó en la actuación, sino participó de la innovación y el desarrollo de los aspectos compositivos de la ópera. Así, el talento artístico estuvo acompañado del interés por brindar nuevas formas; algo que es reconocido por hasta la actualidad. Más allá de eso, en el orbe de estrellas siempre hubo especial estimación por los actores que interpretaban al dan (rol femenino), el cual exigía una interpretación poderosa. Tal es así que se hace referencia a los "cuatro grandes dan"  como los máximos exponentes de la ópera de Pekín: Mei Lanfang, Shang Xiaoyun, Cheng Yanqiu y Xun Huisheng. Sin embargo, el soberano del "jardín de las peras" es sin duda Mei Lanfang. No se puede hacer referencia a las magnificencias de la ópera de Pekín sin reparar en este gran actor.


Mei Lanfang, el soberano del "jardín de las peras"

Nacido en la ciudad de Taizhou en 1894, Mei Lanfang (梅兰芳) provino de una familia de actores. Sus estudios de actuación los inició a los ocho años y dos años después empezó a actuar en el teatro Guanghe, carrera que desempeño a lo largo de cincuenta años. Años después se une a la compañía teatral Xi Lien Cheng donde deslumbra con sus actuaciones.

Su participación en las óperas "La concubina embriagada" (贵妃醉酒), "La belleza desafía la tiranía", "El pabellón de las peonías" (杜丽娘) y "Mu Guiying toma el mando" (穆桂英 挂帅) le valieron la fama, pero fue su interpretación en  "Adiós a mi concubina" (霸王别姬) aquella que le suscitó un reconocimiento mayor. En dicha ópera el actor hizo gala de sus habilidades excepcionales como intérprete así como de sus muchas innovaciones en la técnica y el repertorio; aspectos que estuvieron abocados a darle fuerza dramática a las emociones de los protagonistas: el emperador Xiang Yu y su concubina Yu. Aparte de eso, agregó complejos números de danza y una escenografía más enriquecida. Con el tiempo las modificaciones darían paso al  "estilo Meipai", el cual se ha mantenido hasta el día de hoy. 

Pronto su renombre traspasó las fronteras del país y Mei Lanfag realizó giras internacionales por Estados Unidos, Japón, Rusia y demás países europeos, donde participó como difusor cultural de esta forma teatral hasta el momento desconocida por occidente. Su fama incluso le llevó a conocer a los actores Charlie Chaplin, Mary Pickford y el dramaturgo Konstantín Stanislavsky, con los que compartió conversaciones. Durante este tiempo de contacto cultural, surgió además el interés de Mei Lanfang por enriquecer la ópera con elementos modernos. Gracias a dicha labor, el actor se convirtió en un tesoro nacional; apreciado hoy por generaciones más jóvenes.

mei lanfang en su rol de "dan"

El recuerdo de Mei Lanfang se resiste a morir de la memoria china. A los  homenajes de los grupos intelectuales, se suma la aparición constante de diversas películas, reportajes, libros, estampillas y mangas. No ha escapado tampoco de ser reproducido como muñeco de seda, de tener un club de fans y un teatro con su nombre: el gran teatro Mei Lanfang. Da la impresión de que todo ciudadano chino sabe algo del actor; lo contrario parece poco probable. Incluso un turista extranjero en Pekín tal vez termine por conocerlo, pues en los planes turísticos se esmeran por informar al detalle sobre la ópera china y su prominente estrella.


Mei Lanfang frente a la Revolución Cultural 

La sociedad parece traerlo a la vida con cada uno de estos detalles; labor a la que suma la política gubernamental en lo que es una campaña de conservación cultural a gran escala. Situación inimaginable décadas atrás cuando la presencia de Mei Lanfang  y la ópera china recibía una sombría e inmerecida indiferencia. Y es que en época de la recién formada República Popular China,  el Partido Comunista liderado por Mao Zedong se dispuso reformar el arte y la literatura para convertirlos en instrumentos de propaganda revolucionaria. A los ojos del gobierno la cultura tradicional, incluida la ópera, resultó vacía, estrambótica y feudal; motivo más que suficiente para proponer su radical transformación. 

Fue Jiang Qing, la esposa del líder Mao Zedong, la encargada de esto. En manos de ella se cambiaron los argumentos de las óperas chinas, en lo que fue un viraje hacia el mundo de los campesinos, los obreros y soldados: los protagonistas de la revolución. Las "óperas proletarias" se resumieron en las ocho piezas modelo (样板戏, yangbanxi), composiciones  donde primó el realismo representativo. De esta manera, sucedió una tendencia opuesta a la que propusó Mei Lanfang años antes, pues la finalidad ideológica tomaba preferencia sobre la estética. 

estampillas de mei lanfang del año 2014

manga sobre la vida de mei lanfang

La revolución triunfaba a la par que el pasado tradicional era obligado a desaparecer y Mei Lanfang no exento a este cambio, perdió el prestigio alcanzado. Los escritores Lu Xun y Tian Han lo definieron como una "figura corrompida por los feudales y aristocráticos intelectuales", criticando así el hecho de haber alcanzado fama gracias al apoyo de este grupo. Incluso los personajes de dan interpretados fueron censurados por demostrar la belleza aristocrática. Ni siquiera el viaje realizado a la Unión Soviética mejoró dicha impresión, pues se le criticó la difusión de un "arte feudal". No obstante, en modo alguno el panorama hostil  significó un declive para la labor de Mei Lanfang. Si bien no tuvo la misma libertad de antes, intentó adaptarse  al nuevo clima político creando algunas piezas de ópera hasta su muerte en 1961. 

Se tuvo que esperar varias décadas luego de la Revolución Cultural para que la cultura tradicional empezada a recuperar el prestigio perdido. La ópera china, en particular,  constituye un proceso apenas reciente, motivado a partir de su nombramiento como patrimonio cultural inmaterial por la UNESCO en el 2001. En un contexto globalizado y frente  al peligro de occidentalización de la cultura Han, resulta  prioritario volver a lo tradicional para encontrar los lazos nacionales. En cierto modo, ese es el motivo de la reminiscencia de Mei Lanfang: su figura es oportuna para promover la ópera china en un público juvenil cada día más desconocedor de su historia. De manera paradójica, su aporte se vuelve más extensivo del que pensaron en su momento los hacedores de la Revolución Cultural. 



Fuentes consultadas:

Caro Repetto, Rafael (2012). "Transformando lo inmutable. Acciones de reforma y salvaguardia  en la ópera de Beijing durante el siglo XX y primera década del siglo XXI". Inter Asia Papers, 29: 1-37.

Tian, Min (2012). Mei Lanfang and the Twentieth-Century International Stage: Chinese Theatre and displaced.New York: Palgrave Macmillan.